Para Pansy la vida es una lucha constante. Llena de dolor físico y mental, su manera de relacionarse con el mundo es a través del enfado y la confrontación: discute con su familia, con su dentista, con su médico, con la cajera del supermercado… Su marido Curtley hace tiempo que no sabe cómo tratarla; Moses, su hijo, vive inmerso en su mundo, apenas dice una palabra y lo único que hace durante el día es caminar sin rumbo por la ciudad.